Baby-English

  Inglés para bebés: Baby-English

En el programa Baby-English para bebés y preescolar el aula sensorial es fundamental. La enorme riqueza de estímulos que proporciona el aula desarrolla su inteligencia y crea un efecto de fascinación que imprime en su cerebro el momento y todo lo que está unido a él, incluyendo el inglés que han oído. Por si fuera poco, la presencia en clase de su madre o su padre aprendiendo lo mismo lleva al bebé a aprender inglés como una lengua nativa. Los bebes, niños y niñas que reciben estas clases adquieren una facilidad para el idioma que dura para siempre.

El concepto Baby-English de la academia se basa en el trabajo de Steven Pinker, profesor de Psicología de la universidad de Harvard. En su libro “The language instinct” (El instinto del lenguaje) Pinker describe un experimento realizado con bebés. 


Dentro de un chupete, se instaló un interruptor conectado a un reproductor de sonido, de modo que cuando el bebé mordía el chupete se reproducía un corto sonido, una sola sílaba. Para que la sílaba sonara otra vez, el bebé debí morder el chupete con suficiente fuerza para accionar el interruptor. El bebé podía obtener suficiente satisfacción de morder el chupete sin necesitar tanta fuerza como para accionar el interruptor.


Cuando se le dio el chupete el bebé lo mordió con la fuerza necesaria para oír la sílaba grabada, que era “ba”. El sonido despertó su interés durante un rato, pero finalmente se aburrió y dejó de morder con la fuerza necesaria. Entonces, se hizo sonar la silaba “pa”. El bebé notó el cambio y volvió a morder con fuerza en un intento para volver a oír la sílaba nueva.


El experimento demuestra que los bebes nacen con la capacidad de distinguir todos los sonidos que pueden emitirse por los humanos sin haberlos aprendido de sus padres. Aún más importante, muestra que los bebés tienen un interés natural innato por los sonidos que van a formar palabras. En ese momento de su vida, es inevitable para los y las bebés aprender cualquier sonido humano al que se les exponga.

Sin embargo, al final de su primer año de vida, empiezan a olvidar esa capacidad de discriminación. Los bebes descartan los sonidos que no se usan en el idioma de los padres, por lo que se les hacen indistinguibles de otros parecidos que sí se usan. Los bebés se especializan en el idioma de los padres. Más tarde, recuperar esa habilidad para distinguir sonidos similares es mucho más difícil de adquirir que en los primeros meses de vida.


En este sentido son muy afortunados los hablantes de idiomas del este de Europa. Su lenguaje tiene una variedad de sonidos tan amplia que tienen asegurados conocer y distinguir todos los sonidos de cualquier otra lengua principal. Los españoles usamos solo unos 25 fonemas, mientras que el inglés tiene unos 36. Eso nos pone en desventaja para pronunciar la variedad de sonidos ingleses. El búlgaro tiene 44 fonemas, el bielorruso 45, el ruso y el ucraniano 40, ¡el lituano 59! Es mucho más fácil que la mayoría o todos los fonemas de un idioma del este de Europa coincidan con los del inglés. Puedes consultar otros idiomas aquí.


Así pues, podemos aprovechar la capacidad natural de los bebés para distinguir sonidos y mantenerla más allá del primer año de vida si siguen en contacto con esos sonidos y los hacemos significativos por las experiencias que asociamos a ellos y la importancia que la madre o el padre les dan. Si logramos que la exposición al otro idioma se mantenga hasta los tres años, el niño o la niña no olvidará nunca su habilidad para discriminar y reproducir sonidos distintos.


Ese es el propósito del aula sensorial y el proyecto Baby-English de inglés para bebés. Un proyecto pionero en Astillero y en Cantabria que, hasta donde nosotros sabemos, sólo ofrece la academia EnglishOn.


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